El último deseo del femicida Ricardo Barreda que no se podrá cumplir
Quería que sus cenizas fueran esparcidas en el estadio de Estudiantes de La Plata, pero el club rechazó esa posibilidad.
El cuádruple femicida Ricardo Barreda estaba a menos de un mes de cumplir 85 años, pero murió solo en un geriátrico de José C. Paz. La única persona que lo visitaba, el biógrafo Pablo Marti, reveló su último deseo: que sus restos fueran esparcidos en el estadio de Estudiantes de La Plata, del que era hincha.
Sin embargo, eso no se podrá cumplir. ¿Por qué? El club que preside Juan Sebastián Verón rechazó esa posibilidad.
Una de las máximas autoridades de la institución platense aseguró a Télam que la institución "tiene una historia muy fuerte de respeto y de participación de mujeres en la vida social y deportiva, y eso marca toda una definición y una postura muy clara".
De todos modos, aclaró que no existió ninguna solicitud en tal sentido por parte de allegados al femicida. "No hubo ningún pedido al respecto, no se consideró ni está en evaluación. El tema no admite discusión alguna", dijo el directivo "pincha".
Estudiantes inauguró su nuevo estadio a fines del año pasado en 1 y 57. Allí fue pintado de blanco y rojo contra la violencia de género el Paseo de los Profesores, situado por detrás de la cabecera de la calle 55, en La Plata.
"Su última voluntad era ser cremado y que se esparcieran sus cenizas en la cancha de su amado Estudiantes de La Plata", señaló a Télam Marti, quien contó que se enteró de la muerte del odontólogo el lunes por un llamado desde el geriátrico, ya que era la única persona que tenía contacto con él.
Barreda falleció alrededor de las 14 del 25 de mayo último, cuando sufrió un paro cardíaco en el Hogar Geriátrico "Del Rosario", donde estaba internado desde el 10 de marzo último.
"Tenía problemas en la próstata, demencia senil, deterioro cognitivo, estaba postrado en silla de ruedas y conectado permanentemente a una sonda. Estaba parcialmente ubicado en tiempo y espacio. Hubo momentos que estaba lúcido y otros en que no sabía ni quién era", contó el dueño del establecimiento, Daniel Otero.
El propietario del geriátrico "Del Rosario" explicó que "a veces tenía pantallazos, le decía a las enfermeras que tenía una casa" -en alusión a su casona de La Plata dónde cometió los femicidios-, y que cuando lo llamaban "doctor", él decía: "Yo no soy médico".
Por su parte, Marti, quien es escritor y tuvo contacto con Barreda hasta su muerte, recordó: "Lo conocía desde hace más de un año y le pedí escribir un libro sobre su vida. Lo vi por primera vez en un bar frente a la estación de trenes de San Martín, y después lo seguí viendo en el Hospital Eva Perón, donde se generó un vínculo a través de las visitas y empezó a contarme cosas".
"Siempre supe que estaba frente a un cuádruple femicida y cada vez que veía esas manos me impactaban porque pensaba que con esas manos agarró la escopeta con la que mató a su familia", afirmó.
El biógrafo agregó que Barreda "nunca olvidó sus crímenes" y recordó que alguna vez le preguntó si pensó en suicidarse, a lo que respondió que no.
Tras aclarar que "nunca" olvidó que estaba frente a un hombre que había matado a todas las mujeres con las que convivía, Marti recordó algunas charlas que mantuvo con el femicida respecto a lo sucedido ese 15 de noviembre de 1992, cuando cometió el ataque.
"Siempre habló con convicción de lo que hizo" y "se mostró arrepentido y analizó que en algún punto pudo haber cambiado algunas cosas", contó.
"Él siempre me decía antes de que le pregunte ‘sí, ya sé, querés saber por qué nunca me separé -de su esposa-", y se respondía: ‘porque la quería", indicó Marti, quien aseguró que el femicida llegó incluso a decirle que si pudiera "volvería a conocer" a quien fue su pareja, pero "haciendo las cosas bien".
Una de las palabras que al biógrafo le llamó la atención es que, a pesar de la brutalidad del hecho que cometió, Barreda "no quería que la gente se olvidara de él: disfrutó de cierta fama que le dio todo lo que hizo, creo que hizo un personaje para manejarse en el mundo".
El hombre evocó también las últimas veces que mantuvo contacto con el odontólogo.
"El 15 de noviembre de 2019, en el 27° aniversario del hecho, cayó viernes. Y siempre iba a verlo los jueves pero preferí esperar un día más y estar con él para evitar que alguien se le metiera en la habitación. Ese día estuvo muy mal de salud y la verdad que pensé que se iba a morir justo en esa misma fecha", dijo.
Por otra parte, relató cómo fue el momento que lo acompañó a Barreda para internarse en el geriátrico y rememoró su última conversación por medio de una videollamada.
"Lo acompañé el 10 de marzo y justo empezó la cuarentena. Tuvo siete días de adaptación donde no podía tener visitas", dijo y agregó: "El 18 lo fui a visitar a las 10.30 y lo vi durante 15 minutos con todos los recaudos".
"Lo vi totalmente rapado, sentado y atado a la silla de ruedas para que no se caiga", sostuvo.
Marti contó que días después realizaron una videollamada de WhatsApp, donde Barreda le dijo que estaba bien y le agradeció por todo lo que hizo por él.
El odontólogo fue condenado a prisión perpetua en 1995 por el triple homicidio calificado de su esposa, Gladys McDonald (57); sus dos hijas, Cecilia (26) y Adriana (24); y el homicidio simple de su suegra, Elena Arreche (86), cometidos en su casona de La Plata.
En 2008 fue beneficiado con arresto domiciliario y se fue a vivir con su nueva pareja, Berta "Pochi" André, quien falleció en 2015, por lo que el femicida tuvo que volver a la cárcel.
Ese mismo año Barreda recibió la libertad condicional y un año después quedó libre tras extinguirse la pena.